lundi, juin 12, 2006

El Voto In-útil.


















Boleta Electoral, México 2006. Foto. Ricardo Tapia.

Con el supuesto afán de no hacerle el juego a la derecha, los votantes de izquierda nos la hemos envainado varias veces.

Personalmente no siento ninguna simpatía por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Encuentro en él mas cosas dignas de desprecio que merecedoras de admiración.

No me genera ningún entusiasmo escuchar a un líder que oscila entre la ambigüedad y el mesianismo, que solo cree en su verdad, que en la mejor tradición foxista se empeña en negar lo evidente: las encuestas están cargadas, los críticos se equivocan, los diarios están vendidos, todos mienten. Parece siempre que Andrés Manuel anula la critica no con razones sino con la fe.

Con esto no sorprende su negativa a participar en el primer debate.
AMLO lleva mucho tiempo envuelto en su vanidad, un culto a narciso que no admite contradicciones. Salvo el del martes pasado ni un solo debate, solo monólogos y entrevistadores a modo en su programa televisivo; ni un solo cuestionamiento.

Es verdad que sus galerías oníricas pueden causar alguna gracia: las chachalacas, los pirrurris, los innombrables, lo preocupante es que no son solo imagineria.
En Andrés Manuel la descalificación es argumento.

Es alarmante su desprecio a los que no le aclaman, su intolerancia agresiva y su falta de respeto a las instituciones.
Es un error grave atacar al IFE, aunque no es este su principal yerro.
En su discurso Andrés Manuel equivoca el objetivo fundamental.
No es con los ricos con los que tiene que acabar, sino con los pobres.

Quizá lo más preocupante es su entorno.
La corrupción flagrante de sus brazos político y financiero continúan en el aire.
Andrés Manuel ha demostrado en la responsabilidad de gobierno que puede ser tan incapaz y corrupto como cualquier otro.
Esas listas de candidatos al congreso que no aglutinaron a lo peor del PRD (que era ya de suyo un despropósito) sino a lo peor del PRI, hablan por sí mismas.

Ante tal panorama y sobre todo ante la carencia de una segunda vuelta electoral, los ciudadanos identificados con los valores de izquierda nos encontramos frente a una disyuntiva un tanto sombría. Tenemos a esta izquierda que esta muy lejos de ser la deseable enfrentada a dos opciones de derecha: una con una historia patética que conocemos bien desde hace mas de setenta años y otra con una ineficiencia probada y un fundamentalismo inquietante que representa la continuidad de un proyecto(sic) empresarial y conservador: una especie de Foxismo sin Fox.


PD. Mi voto es para Andrés Manuel.

Ricardo Tapia.
Bruselas, Bélgica
07/06/2006