lundi, juin 12, 2006

Trajes de Desnudos.














Plaza España. Barcelona. Foto. Ricardo Tapia.

... eso mismo pensaba al ver a esa panda de encuerados correteando a lo largo del Paralelo.

Cuando Spencer Tunick fotografió a esos siete mil desnudos frente a mi casa, en la Plaza España de Barcelona, me preguntaba: ¿Qué había pasado en la sociedad, para que siete mil personas, de las doce mil originalmente inscritas, tuvieran la voluntad de encuerarse al unísono, cautivos de las causas de Tunick?.

Las noticias llegaron después, ya que salvo algunos enterados, pocos sabían lo que sucedería aquella mañana de Junio. Los medios coincidieron en que el evento habría sido un éxito a no ser por esa panda de valientes que salieron corriendo por el Paralelo.

Yo buscando alguna respuesta, imaginé la evolución al revés.
Ponerla en negativo me explicaba ese instinto primigenio de andar desnudo por la calle, pero no solo eso, mirar la evolución en sentido inverso me llevaba a varios fenómenos mas: El de la moda retro o el de millones de mexicanos decididos a apoyar al régimen que los robó por mas de medio siglo. Mi teoría de la involución se fundaba en premisas evidentes: todas las sociedades están enfrascadas en sus opuestos, todas buscan su diferencia desde la homogeneidad, y desde luego, todas buscan, en apariencia, la libertad.

Tampoco me hagan mucho caso, la verdad es que no soy teórico de nada. Lo que escribo es producto del ocio, de los mas de cien domingos al hilo que llevo en los últimos tiempos, pero sobre todo de las charlas existencialistas que sostengo conmigo de vez en cuando. Tampoco se crean que reflexiono a menudo, casi nunca dispongo de respuestas y siempre hablo de lo mismo. De hecho ya he tratado esto de las libertades en otras ocasiones; sigo pensando que es tan estúpido el que se opone a los matrimonios homosexuales como el que celebra la ley antitabaco, en lo sustantivo es lo mismo: la imposición de la voluntad de un tercero sobre la propia. Un tercero que, llámese mujer, sociedad o estado, dispone de la decisión ajena.

Las imágenes de Tunick dieron la vuelta al mundo.
Un año después, el ayuntamiento de Barcelona reconoció en unos trípticos, el derecho de todo ciudadano a ir desnudo por la calle.
La medida en favor del respeto a la libertad de indumentaria, fue un logro sin precedentes: fue volver a la prehistoria para cambiar a la sociedad: la involución como evolución.

A mí nunca se me ocurrió andar en pelotas por la calle, pero si que me anoté a las sesiones nudistas de las Piscinas Picornell.

Mi primera incursión nudista tuvo poco de anecdótico, a no ser por los doce encuerados de los vestidores que se contaban de la manera siguiente: once hombres y mi mujer.
Ver a mi esposa desnuda en la misma sala de baño junto a otros diez hombres desnudos, fue un tanto bochornoso, aunque, contrario a lo que ustedes puedan pensar, no era ella quien atraía las miradas, sino un servidor; ya que como bien apunta Savater: Hay quienes no desean a la mujer de su prójimo, sino al prójimo mismo.

No obstante, salí de los vestidores dispuesto a convivir con los naturalistas. Parapetado entre toallas y una gorra de baño me dispuse a disfrutar del contacto con la naturaleza: belleza que brillaba por su ausencia entre cuatro paredes, un jacuzzi y una panda de homosexuales. Decepcionado me quité los calzones y ya sin mucho afán, me tiré al agua.

De todo aquello han pasado casi dos años, tiempo en que los nudistas, lejos del furor de los trípticos y de Tunick, dejaron de ser noticia. Fue hasta que el Gobierno Español legalizó los matrimonios homosexuales que volvieron a la carga.
En Barcelona miles de personas salieron a la calle y el colectivo gay organizó una especie de loveparade donde los encuerados no faltaron.

Desde aquella vez no había visto encuerados.
Aquí en Bruselas el sentido común no permite andar en bolas por la calle, aunque según parece, en Londres sucede lo contrario, o al menos eso pensaba esta tarde al ver una foto en un diario londinense. En ella, un par de actores de la Compañía de Teatro Natural, invitan a la próxima exposición de Tunick, muestra que exhibirá las imágenes de las dos mil personas que posaron para él en Newcastle.

Al mirar la fotografía, noté que los actores estaban vestidos de desnudos: un hombre y una mujer, que en lugar de despojarse de su ropa, decidieron ponerse trajes de desnudos

.... eso mismo pensaba al ver a esa panda de encuerados correteando a lo largo del Paralelo... pensaba que estaban vestidos de encuerados y que habían inventado el traje perfecto, el remedio idóneo para camuflarse entre la sociedad.

Ricardo Tapia.
Bruselas, Bélgica.
14/02/2006

1 Comments:

Blogger Roger Coss said...

Hello Ricardo,
You might find our site http://www.spencertunickforum.org

of interest. We have many discussions of why we pose for Spencer and many of our members posed in Barcelona.
Roger

2:20 PM  

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