lundi, juin 12, 2006

En Defensa del Lector.














Kiosco en la Rambla. Barcelona. Foto Ricardo Tapia.

Permítanme aclararles una cosa.
Desde que llegué a Bélgica, harán ahora poco mas de siete meses, no tengo trabajo.

He decidido revelar esta circunstancia con el único fin de que una buena parte de esas personas que siguen semana a semana estas crónicas, puedan dejar de inundar mi correo con preguntas que intentan a toda costa posicionarme en algún lugar de la escala social: qué si soy narco, qué si diplomático, qué si millonario, qué si padrote.
En esta situación en la que mis estados financieros se imprimen en números rojos, nada me gustaría mas que desempeñar cualquiera de estas nobles actividades, pero no, no soy padrote; soy solo un simple lector desempleado.

Hablo del correo electrónico, pero me pasa también en la calle, con la gente que conozco, con los amigos y los no tanto. Es algo que veo en su mirada. Una sensación de incomodidad, de desconcierto cada vez que me preguntan a que me dedico y yo respondo: A leer. ¿A leer?. Me contestan sonriendo. Pero... ¿Qué haces en el día normalmente?. Leo.

Quisiera poder decirles algo más interesante, no sé: que me masturbo, que resuelvo ecuaciones matemáticas, que practico el sadomasoquismo, pero no; la verdad es que me dedico exclusivamente a leer.
A veces escribo es verdad, pero eso de escribir me exige demasiado; no soy escritor y escribir un par de folios me toma un tiempo considerable.
Desde luego esto no lo digo. A veces solo quiero comentar que me gusta escribir porque me da la oportunidad de crear, de pensar en algo que solo leyendo jamás habría imaginado, pero resulta que me es imposible llegar a este punto.
Generalmente a mitad del discurso, mi interlocutor me ha dedicado ya una sonrisa condescendiente que cancela cualquier argumento posible.

Con esto tengo la impresión de que hoy en día ser lector es un oficio vilipendiado.Es una lástima porque ser un buen lector es algo verdaderamente complicado.
Para mí es una ocupación de tiempo completo, una afición que demanda una enorme dedicación y un gran esfuerzo intelectual.

En mi caso todo comienza por un trabajo de investigación.Intento construir una base de datos que me permita obtener información de primera mano: diccionarios, periódicos, enciclopedias y algunas aplicaciones informáticas.
Luego viene la lectura que requiere de un enorme espíritu científico ya que hay que detenerse cada vez que se desconoce algo: personajes, palabras, ubicaciones geográficas, sucesos históricos. En esta parte mi ignorancia juega un papel relevante porque a veces leer un solo articulo me puede tomar mas de una hora. Hay que ir a la enciclopedia, buscar información, darle un contexto, acudir a la biografía de los personajes y ya con los deberes hechos entrar en el espacio filosófico, en el de las preguntas y el de los porqués.

Escribir es todavía más complejo porque me obliga a reflexionar.
No se puede transcribir la realidad así; hay que razonarla, intentar abstraerla y luego según el caso, contar una historia paralela o alguna anécdota personal que tiene que conectar con el hecho que se quiere describir. Al final como es de esperarse viene lo mas complicado: expresar en unas cuantas hojas algo que se supone concreto. Y aquí no solo hace falta análisis sino talento para ordenar las palabras; trasponerlas, jugar con las frases, darles sentido. Toda esa sintaxis que a los escritores les es natural pero en mi caso, salvo honrosas excepciones, suele ser una catástrofe.

Por eso prefiero leer. Por la mañana dedico un promedio de tres a cuatro horas para mas de una docena de diarios. A media tarde algunos artículos, entrevistas, algo de literatura y ya de noche un poco de ensayo y alguna biografía antes de dormir.
En resumen ocho o diez horas diarias entregadas a la lectura.

Para mí leer es una manera de ir contra el tiempo, una forma de ganar ese juego perdido. Lo mío no es para nada una vocación intelectual, es una conjura, una anulación.

Quizá miento con esto último, porque desde hace tiempo leer es algo que me apasiona, es solo que a veces pienso que debería llevar una vida normal: ir al trabajo, tener un coche, cobrar la quincena; todo eso que hace la gente para evitar la mirada inquisitiva cuando dices que te dedicas a leer y que no te pagan por hacerlo.

Ricardo Tapia.
Bruselas, Bélgica.
24/05/2006.