Ese de allá soy yo.
A veces creo que debería tener una empresa.
Llegar a la oficina con una camisa blanca impecablemente almidonada, corbata amarilla de pingüinitos y mancuernillas de marca rimbombante.
Pedir el café a la secretaria y escuchar el Buenos Días Señor, rematado por un ¿No necesita algo mas?. Y contestar con una sonrisa amable: No Tere, sólo llame al licenciado Zepeda (Zempeda para los de confianza) y dígale que no puedo ir a la cena.
Beber mi café con el meñique erecto y olvidarme de Zepeda (Zempeda para los de confianza) y proceder a la revisión de las cuentas bancarias. Salir a comer y encontrar mi coche libre de tizas blancas gracias al franelero que ha retirado las cacas de la pintura.
Creo que eso debería hacer en lugar de estar aquí llenándome la cabeza de palabras.
Buscar un trabajo respetable y dejar de anotar estupideces en una libreta.
Con la libreta los vecinos piensan que soy escritor; pero de escritor nada. No saben que regularmente anoto solo eso, estupideces (quién pensaría que se me ocurre algo interesante sentado detrás de una ventana.)
Y aqui estoy, sentado detrás de esa ventana con un amasijo de cables colgando.
Los vecinos me miran intrigados (acostumbran verme con la libreta y no con un amasijo de cables colgando,) A lo lejos el indio de la tienda me señala: ese de allá.
Y ese de allá soy yo, pero no hago caso; traje el ordenador y mis cables porque estoy buscando trabajo.
Y comienzo en mi búsqueda y sólo hay de chofer y de ayudante de cocina. Lo de la cocina lo he probado en Barcelona y lo he pasado muy mal. Si hiciera la ociosa multiplicación de ocho horas fregando platos por dos semanas de trabajo, tendría como resultado dos semanas sin espalda y un mes más de complicaciones. Lo de chofer me imagino que es lo mismo, pero leo la oferta: “Conocimiento de las redes viales en Bélgica y Europa”. Francamente yo de redes viales conozco lo mismo que de metafísica postkantiana. Nada.
¿Que tal cuidador de ancianos?. “Experiencia mínima, dos años”.
Bueno, de todas maneras no es una buena idea, nunca he vivido con un viejo y menos le he cambiado los pañales a nadie.
¿Y Niños? No estaría mal pero piden diplomas. ¡Diplomas para cuidar niños!. (si la asignatura fuese obligatoria al menos habría menos estupidez en el mundo.) Diplomas para cuidar niños...
“Obrero Polivalente; Holandés, Francés e Inglés obligatorio.”
¿Habrá en el mundo algún obrero polivalente que se exprese correctamente en su propia lengua?. ¿Y en una fabrica? “Licencia Tipo C y permiso para conducir montacargas”. Qué idea; un permiso de conducción de montacargas.
Y así se me va la tarde. Las farolas se iluminan y yo me pregunto si los vecinos me echaran de menos; quizá les gustaría contarme algún secreto; quizá el indio se detendrá a lo lejos y señalará a ese de allá; y ese de allá no seré yo. Yo estaré encerrado en una empresa cuarenta horas por semana y ese de allá será otro desgraciado que anhelará la vida que yo tendré en ese momento... Y así se me va la tarde...
Ricardo Tapia
Bruselas, Belgica.
25/07/2006
Llegar a la oficina con una camisa blanca impecablemente almidonada, corbata amarilla de pingüinitos y mancuernillas de marca rimbombante.
Pedir el café a la secretaria y escuchar el Buenos Días Señor, rematado por un ¿No necesita algo mas?. Y contestar con una sonrisa amable: No Tere, sólo llame al licenciado Zepeda (Zempeda para los de confianza) y dígale que no puedo ir a la cena.
Beber mi café con el meñique erecto y olvidarme de Zepeda (Zempeda para los de confianza) y proceder a la revisión de las cuentas bancarias. Salir a comer y encontrar mi coche libre de tizas blancas gracias al franelero que ha retirado las cacas de la pintura.
Creo que eso debería hacer en lugar de estar aquí llenándome la cabeza de palabras.
Buscar un trabajo respetable y dejar de anotar estupideces en una libreta.
Con la libreta los vecinos piensan que soy escritor; pero de escritor nada. No saben que regularmente anoto solo eso, estupideces (quién pensaría que se me ocurre algo interesante sentado detrás de una ventana.)
Y aqui estoy, sentado detrás de esa ventana con un amasijo de cables colgando.
Los vecinos me miran intrigados (acostumbran verme con la libreta y no con un amasijo de cables colgando,) A lo lejos el indio de la tienda me señala: ese de allá.
Y ese de allá soy yo, pero no hago caso; traje el ordenador y mis cables porque estoy buscando trabajo.
Y comienzo en mi búsqueda y sólo hay de chofer y de ayudante de cocina. Lo de la cocina lo he probado en Barcelona y lo he pasado muy mal. Si hiciera la ociosa multiplicación de ocho horas fregando platos por dos semanas de trabajo, tendría como resultado dos semanas sin espalda y un mes más de complicaciones. Lo de chofer me imagino que es lo mismo, pero leo la oferta: “Conocimiento de las redes viales en Bélgica y Europa”. Francamente yo de redes viales conozco lo mismo que de metafísica postkantiana. Nada.
¿Que tal cuidador de ancianos?. “Experiencia mínima, dos años”.
Bueno, de todas maneras no es una buena idea, nunca he vivido con un viejo y menos le he cambiado los pañales a nadie.
¿Y Niños? No estaría mal pero piden diplomas. ¡Diplomas para cuidar niños!. (si la asignatura fuese obligatoria al menos habría menos estupidez en el mundo.) Diplomas para cuidar niños...
“Obrero Polivalente; Holandés, Francés e Inglés obligatorio.”
¿Habrá en el mundo algún obrero polivalente que se exprese correctamente en su propia lengua?. ¿Y en una fabrica? “Licencia Tipo C y permiso para conducir montacargas”. Qué idea; un permiso de conducción de montacargas.
Y así se me va la tarde. Las farolas se iluminan y yo me pregunto si los vecinos me echaran de menos; quizá les gustaría contarme algún secreto; quizá el indio se detendrá a lo lejos y señalará a ese de allá; y ese de allá no seré yo. Yo estaré encerrado en una empresa cuarenta horas por semana y ese de allá será otro desgraciado que anhelará la vida que yo tendré en ese momento... Y así se me va la tarde...
Ricardo Tapia
Bruselas, Belgica.
25/07/2006
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